He venido en la quietud de la llama de Shamballa. He venido con mi luz, como la legendaria varita de antaño. He venido con un cayado de energía, la energía divina que irrumpe como una estrella. Y estoy, el Señor del Mundo, dirigiendo la luz del Anciano de Días a todos los niños de mi corazón cuyas llamas laten al unísono con la mía. Vengo de Shamballa, localizado en el Royal Teton; sin embargo, YO SOY en todas partes en el espacio y habito en el corazón del tiempo.
He aquí, YO SOY el Buda y YO SOY el cumplimiento del anhelo de alegría en vuestro corazón. Este es en verdad la hora de la alegría, el verdadero estallido de luz en cada corazón, el ímpetu para el Año Nuevo que en la actualidad inicia con el solsticio de invierno y el encendido de la vela en el corazón del Gran Sol Central como Alfa se inclina ante Omega y le extiende el don de la llama.
Y entonces Omega desciende de su trono y pasa la llama a las legiones de serafines que componen la guardia de honor de la Madre Divina. Y el primero de los poderosos serafines, el capitán de las Huestes del Señor, Justinius, toma la vela de Omega para encender al segundo al mando. Y se encienden las velas una a una hasta que, a través de la inmensidad de espacio sin límite y la eternidad, el poderoso serafín las encamina hacia los mundos internos y externos.
Por curioso que pudiera parecer, dado vuestro entendimiento de la velocidad de la luz, el ritual del cumplimiento del pase de la vela del Año Nuevo no ocurre en la Tierra hasta la hora de cambio del año. Y así el gran ritual de las horas del Gran Sol Central a través de millones de galaxias se manifiesta en la Tierra en el momento de la aparición de la poderosa forma de pensamiento que desciende desde el corazón de Dios al corazón de Sanat Kumara, desde allí a mi corazón como la adoración de la Virgen Cósmica se envía desde este orbe planetario.
Al recibir la impartición de la vela, retornamos ese fuego y ese amor de nuevo a Omega, y este es el gran ritual de millones y millones de huestes de luz, los Budas y de las conciencias que se hacen uno con los Elohim. Y por lo tanto, cuando ese foco de luz llega a nuestro corazón y la retornamos, se entreteje la margarita cósmica.
Y por cada uno que recibe la vela de la Madre en el Sol Central, hay una corriente de retorno que forma otro pétalo de la margarita cósmica. Y el centro amarillo es en verdad el Imán del Gran Sol Central, y todos estos pétalos que avanzan en todas las dimensiones son la acción del flujo del amor de las huestes de luz de Alfa y Omega y el amor que se regresa. Y este tejido, este tejido del gran diseño es para la acción, la interacción y la integración del flujo de la vida, como es arriba así es abajo.
Sabéis, habéis hablado del Espíritu y de la Materia. Deseo deciros algo esta noche respecto de la energía de Dios. Es que a medida que esa energía late desde Alfa a Omega y hacia los mundos internos y externos, microsegundo por microsegundo, esa energía se convierte en Materia, se convierte en Espíritu, se convierte en Materia. No podéis ni siquiera calcular los fragmentos de tiempo. Son tan infinitos, como si en su pequeñez, no fueran incrementos sino el poderoso flujo cósmico.
Pero deseo que conocierais que podéis elevar y acelerar vuestra conciencia y vuestra visión de que los planos de la conciencia de Dios no son simplemente dos grandes bandas que atraviesan el cosmos, uno del Espíritu y otra de la Materia, sino que en cambio hay una infinitud de rebote de la energía del Espíritu a la Materia hasta que el cosmos entero es simplemente una esfera palpitante de Dios. Suspendido en esa esfera Yo Soy, suspendido en esa esfera vosotros sois. Y en esa suspensión encontramos esa alma, ese devenir, ese Elohim.
¿Realmente sabéis cuando estáis en la Tierra y cuando estáis en el cielo? ¿Realmente sabéis cuando sois Espíritu o Materia? Momento a momento esa pulsación de energía desde el corazón hacia la periferia más lejana es la focalización de la intensidad. Pero luego todo es quietud como si los mundos parecieran estar quietos, como si la energía pareciera estar sin movimiento, e incluso vosotros parecéis estar en la quietud de vuestra llama de meditación. En esta quietud hay un vasto movimiento, un vasto ciclo de energía que es Dios.
Ahora que os he enseñado una lección, una primera lección de toda la química de Dios, ¿no podéis entonces tomar mi mano y venir conmigo para que vayamos dentro y fuera de los planos de conciencia? Venid conmigo en vuestros cuerpos sutiles esta noche, en vuestra alma. Venid al Retiro del Royal Teton y venid a Shamballa, la meta. ¿No podéis ver lo fácil que es dejar a un lado un vehículo por otro, o acelerar este vehículo hasta llegar al punto de una conciencia etérica? Dios no retendrá nada de ti.
Entrad, entonces, en la esfera de la armonía en el inicio de este nuevo año.
Extracto de Perla de Sabiduría®, vol. 20, nº 23 – Amado Buda Gautama – 5 de junio de 1977