Este extracto es de un dictado de El Morya publicado en las Perlas de Sabiduría de 1965, vol. 8 nº 28.
Conocerse a uno mismo no es probar siempre la profundidad de la memoria subconsciente, sino escalar la cima de la identificación con la inmortalidad. Preservar las sombras de uno mismo no es necesariamente cuando se enfrenta la luz. Dejadlas atrás, porque cuando se van alargando mientras el sol se pone, se disminuyen cada hora desde la puesta. Recordad el cenit, pues la luz de la Presencia se coloca directamente sobre la cabeza. Es el Sol del ser del hombre, esa órbita luminosa donde se depositan los tesoros preciosos del cielo, que libera la acción vibratoria correcta en el mundo de los hombres.
A veces incluso los miopes son los mejores viajeros a lo largo del sendero peligroso. Cuando llegan a la cima de la montaña para acampar, algunas veces lo hacen con descontento de espíritu. Personas como estas disfrutan la escalada y la búsqueda de la virtud más que la búsqueda misma. Los hombres de visión normal son afortunados, ya que su perspectiva está bendecida con equilibrio. La rueda de la vida se ha cambiado a los hilos gruesos, y la vestidura no puede ser de mayor refinamiento que el hilo. Cuando se refina el hilo de la conciencia, la ropa limpia se puede tejer en el telar.
El sabio ve nuestra morada como una del Espíritu, y sin miedo, salvan sus propias vidas. Los mamposteros dignos ven en la colocación de cada ladrillo el resplandor de las agujas celestiales, levantadas piedra sobre piedra. La perfidia se abre como una grieta que aprieta para romper los huesos, son las grietas en la armadura de los hombres que deben ser vigiladas. Las locuras de otros parecen ridículamente desafortunadas para algunos, mientras que sus propias creaciones pasan desapercibidas. ¿Cómo podremos escalar las alturas del Olimpo con el espíritu de la injusticia? El pastor extendió un brazo tosco, revestido con tela de casa, y fue rechazado por el alpinista, que cayó sobre las rocas del orgullo.
El resplandor del puro de corazón
es como la luz sobre la colina:
Ilumina la Tierra con buena voluntad,
es fragante como el pino en la colina
cuya vigilia solitaria
a lo largo de las horas solitarias de cada noche,
bebe en la suave ternura del sol de cada día,
y calmadamente espera el soplo
de las nubes que cubren.
¡Empréndamos el viaje!