Este extracto sobre la llama violeta y los rayos secretos es de un dictado de Lanello: Los misterios de la llama violeta en el Corazón del Buda, publicado en las Perlas de Sabiduría de 1986, Vol. 29 Nº 36.


Amados, vuestro corazón debe determinar el día de la Victoria. Vuestro corazón puede conocer el acortamiento de los días, pero debe entrar en espirales más intensas de la llama violeta.

Ahora os diré amados un secreto de secretos y así es. La llama violeta tiene la cualidad de que penetra y penetra en toda sustancia, todos los rayos, hasta en el corazón de los rayos secretos de todos los siete rayos.

Ahora escuchad esto. La llama violeta es el medio, es el portador —el medio de transporte de vuestra alma a los anillos de los rayos secretos. Ahora comprenderéis por qué los Maestros os han implorado y os han ordenado que deis más fuego violeta. Entendéis por qué tanto Godfre y Lotus pusieron tanto énfasis en la llama violeta, porque el retiro del Señor Zadquiel de la llama violeta es el retiro de los Sacerdotes de la Orden de Melquisedec.

Es debido, amados, a que en la era de Acuario, el trabajo muy especial de vuestra alma, perfeccionando y equilibrando el ritual del séptimo rayo en todos los siete rayos, puede lograrse solamente cuando estéis tan rodeados en espirales de llama violeta que atraveséis, literalmente, las paredes que separan a cada uno de los rayos secretos, casi como si [fuerais] a pasar a través de las paredes de un edificio o un planeta o cualquier substancia de la materia, y más allá de la Materia del cosmos, de la congruencia del cosmos del Espíritu. La llama violeta es el medio de transporte de un cielo al siguiente, de una octava a la siguiente —no solo como medio de transporte, sino como medio de la propia iniciación, de la iniciación por Maitreya.

Así, amados, habéis erigido una fortaleza de luz por vuestros muchos llamados. Mantenedla saturada con la llama violeta y vosotros también, y veréis qué maravillas y milagros y alquimia del Espíritu vendrán a vosotros, aumentando también vuestra habilidad para recibir los dones del Espíritu Santo, el tres-veces-tres, uno por uno.

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