Este artículo es un extracto del dictado de Kuan Yin titulado La capacidad de amar del corazón, publicado en las Perlas de Sabiduría de 1988 Vol. 31 no. 61.
La capacidad del corazón, entonces, es la inquietud de los miembros de la Junta Kármica y los jerarcas de Acuario al reunirnos para estudiar cómo en todo aspecto podríamos añadir una mayor medida al alma y al Buda interno.
Que aparezca en la frente la imagen de Amitabha. Sois hijos e hijas del Buda. Buda, por cierto, el nombre de Dios dado a sus hijos que han realizado así el bodhi de su iluminación.
Un corazón restringido en un espacio reducido y sin la expansión de la conciencia no puede contener la mente del Buda, pues la base de esa mente es la compasión. Las lecciones de vida importantes son las lecciones del amor divino, amor humano. Quererse uno mismo puede ser el comienzo, amados, pero entendamos, primero hay que amar al Verdadero Yo para apreciar la expresión del alma en el proceso de convertirse en ese Ser. Uno ama tal como el amor es y cómo llega a ser, al igual que la semilla que contiene la flor completa.
Es la estrechez de la expresión del amor, incluso en el campo de la religión misma, que así limita el cáliz de la persona de la mente de Dios. Esta es la preocupación principal de los Señores del Karma hoy día. Pues dadas esas copas confinadas de la conciencia no somos capaces de proyectar sobre el gráfico, ni siquiera en el futuro inmediato, un cambio importante en el pensamiento mundial.
Tan convencida está la gente que sus líderes en la Iglesia y el Estado son de confiar, que están en lo correcto, que saben más de lo que saben; que ellos [la gente] han dejado de meditar en su corazón. Y sus profesores no les enseñan, por supuesto, que pueden aprender todas las cosas de la voz interior. Así, aunque piensan que son sabios, repiten solo clichés, solo lo que alguien más ha dicho, y de alguna manera por la misma repetición [creen] que es así.
No hay la capacidad de discernir o examinar el pensamiento. No hay la capacidad objetiva de reflexionar sobre el conocimiento, de determinar si ese conocimiento es empírico, si es el fruto de la experiencia o si es solo creencia sin apoyo o respaldo de quienes deberían ser autoridades reconocidas.
Con seguridad las autoridades son los maestros ascendidos y las grandes luminarias y revolucionarios que han portado la llama Divina. En cambio, es como si se tratara de hace dos millones y medio de años, de cuatro millones de años, y solo últimamente el cuasi brillo de los ángeles caídos hubiesen puesto sobre una humanidad ignorante, un hombre-niño crédulo, reglas ficticias, reglamentos, interpretaciones, todos diseñados para lograr un fin: la manipulación del comportamiento, la población y el sometimiento a una clase de personas que se han declarado a sí mismas dioses y esperan ser tratados como la realeza.
Soy consciente de que me dirijo este día a los que han salido de las garras de estos que los han atado durante eones. Con vosotros, entonces, podemos proceder de conformidad con el pensamiento independiente. También soy muy consciente de que me dirijo a aquellos que han desarrollado la llama del corazón, que son sensibles a la vibración superior, que conocen la diferencia entre la vibración de un platillo volador y del Buda Gautama vivo; aquellos que entienden el camino del hombre mecanizado metálico a través de los universos y los que comprenden el sendero del discipulado que conduce a esa internalización de la Llama Divina. Pocos hay como vosotros.
Así que tomad nota y entended que, con la adquisición del entendimiento, debe haber una confirmación correspondiente mediante la experiencia interna del corazón. Existe una idea equivocada, amados, que el corazón siempre está en lo cierto, que el corazón siempre sabe. El corazón es simplemente otro órgano y medio de expresión, y el chakra del corazón también ha sido contaminado. Como veis, esos impulsos de simpatía humana que no son la esencia del néctar de la compasión divina, que lo desvían a uno de tomar las decisiones incorrectas.
Por tanto, uno debe pedir la purificación del corazón y hacerlo con diligencia. En el próximo servicio cuando se presente la oportunidad queremos participar con vosotros en la segunda meditación del corazón de Saint Germain. Pues, amados, del corazón mana la vida