llamas gemelas

Dios ha bendecido la institución humana del matrimonio como una oportunidad para que dos personas desarrollen la integridad a través del intercambio de sus polaridades Alfa y Omega – la unión de llamas gemelas.

Con la unión de llamas gemelas y almas compañeras e incluso de los patrones kármicos, la unión del hombre y la mujer debe ser mística, una conmemoración de la reunión del alma con la amada Presencia YO SOY a través de Cristo, el bendito Mediador.

Jesús demostró la importancia del matrimonio como una iniciación en el sendero espiritual cuando eligió realizar su primer milagro público en la boda de Caná, transformando el agua en vino.

La esencia del mensaje de Jesús fue que a menos que el matrimonio sea transformado por el Espíritu Santo, este solo será una experiencia externa. Es nuestra elección en cuanto a si estamos satisfechos con un matrimonio basado en el agua de la conciencia humana o si requerimos un matrimonio basado en el vino de la conciencia divina.

El matrimonio: Un intercambio cósmico

El intercambio cósmico de amor divino en la relación matrimonial debe ser el mismo amor creativo que enmarcó al universo en el principio cuando Dios como Padre dio la orden: “Hágase la luz”, y Dios como Madre respondió: “Y la luz se hizo”.

Este flujo creativo puede expresarse no solo en una unión física sino también durante ciclos de celibato dedicado, a medida que cada miembro entra en comunión con su amada Presencia YO SOY.

El intercambio de las energías del fuego sagrado en la unión sexual es para la transferencia de esferas de la conciencia cósmica: cuerpos causales de luz. La energía lumínica resultante de esta fusión mejora las cualidades positivas de cada miembro de la pareja y fortalece su propia identidad divina, lo que les permite llevar su carga compartida de karma.

A medida que la unión se consagra al amor de Dios, la combinación armoniosa de las energías puras del Padre-Madre da como resultado al Hijo, la conciencia Crística, ya sea en forma de un niño, una inspiración, una empresa exitosa o una obra de arte.

Cuando este intercambio no se espiritualiza a través del reconocimiento de que Dios es tanto el amante como el amado, las dos personas pueden experimentar placer físico, pero también sin darse cuenta toman los patrones kármicos del otro sin beneficiarse del amor transmutativo espiritual.

Esto puede explicar las frecuentes crisis de identidad que sufren los que tienen relaciones íntimas de forma casual: adquieren tantas identidades kármicas, neutralizando efectivamente las suyas, que ya no saben quiénes son en realidad.

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