Este es un extracto del dictado de Saint Germain sobre el rescate de los niños, publicado en las Perlas de Sabiduría® de 1985, vol. 28 no. 14.

Amado Saint Germain

Queridos corazones, el caos está sobre la tierra y es el momento de que nazca un movimiento para rescatar a los niños pequeños que son maltratados, mal utilizados y vendidos a la prostitución en una etapa temprana de su vida. Amados, cuando una nación profana al niño pequeño, ¿qué queda de la dignidad humana? Porque el niño siempre es santo. El niño es el recipiente del Niño-Varón y es el que lleva la Luz Crística, el infante que se convertirá en el Hijo de Dios.

¡Que las madres, los padres, los profesores y todos aquellos que sirven como sus representantes en el Gobierno escuchen mi llamado! Porque no se perdonará a la nación que no valore la vida y el cuerpo del niño pequeño. Que ninguno de estos se pierda. Porque cuando ignoráis este problema, traicionáis al niño dentro de vuestro propio corazón, y ese niño es el Cristo.

¿Quién ha abandonado a Jesús? ¿Quién lo ha dejado a la merced de los secuaces de Herodes? Fui yo quien un ángel del Señor visitó, huimos en la noche y nos retiramos a Egipto cuando los bebés varones fueron asesinados.

Amados, ellos temían la venida de Cristo. ¡Y deberíais temer la venida del Cristo! Buscáis un liberador. Buscáis un redentor. Bueno, ¡mirad al niño pequeño! ¿Acaso ese niño, tan maltratado, se levantará con una autoestima dignificada para liberar a una nación, cuya nación ya lo ha destruido al igual que a su sentido de autoestima, que solo yace para usar su cuerpo como mercancía?

Amados, este es el karma que está  sobre la nación. ¡Debería haber demostraciones masivas en esta tierra para el niño pequeño y la expulsión de aquellos que vienen de todas partes del mundo para disfrutar de los placeres de estos niños pequeños! ¿Es esta la clase de turismo que vais a tolerar?

Ya no podéis seguir vuestro camino. Esto es un crimen y un pecado. ¡Y que los responsables rindan cuentas este día! Porque yo, Saint Germain, recorreré las calles de esta ciudad y esta tierra. Y pondré mi manto sobre estos niños, y es un aura de luz. Puedo darles la luz espiritual, pero, ¿quién los rescatará físicamente? ¿Quién será la llama de libertad que comienza a construir los cimientos de una nación en el corazón del niño pequeño?

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