En la celebración de Navidad, el siguiente es un extracto del discurso de Jesús en la Navidad de 1992: No permitiré que ningún hombre me quite la corona de la alegría, publicado en las Perlas de Sabiduría, vol. 35 nº 69.

la Rosa de Navidad

¿Sabréis el secreto de mantener la Rosa de la Alegría de Navidad, la alegría perpetua en el corazón que nada puede moverla o desviarla? ¿Os convertiríais en la invencible manifestación de mi alegría, amados? [“Sí”]

Yo también os conozco como las “fuentes de la alegría” de la Tierra donde puedo venir y beber, donde muchos que están sin alegría pueden beber de la fuente, aunque la fuente no debe disminuir.

¡Oh, el don perpetuo de la llama de la alegría!

¡Oh, la risa de los cristianos que conocen esta alegría y que han descubierto el secreto de no dejarla ir bajo ninguna circunstancia!

¿No es esta la alegría verdadera de la automaestría?

Así es amados.

Pues bien, cuando os fijáis en esta determinación para abrir las compuertas de la alegría que jamás volverán a cerrarse, una alegría que es la fuente perpetua de la vida que fluye a través de vosotros, que desciende de vuestra Presencia YO SOY, de ese modo desafiáis todas las fuerzas de la fatalidad y la oscuridad y todas las manifestaciones diversas que suceden a lo largo de las líneas de la propia preferencia, la indulgencia y la dependencia en los demás para obtener felicidad, diversión y risas.

Debe haber un momento en vuestra vida cuando decís: “¡No dejaré que ningún hombre tome mi corona de la alegría! Permaneceré y todavía permanezco. Encontraré la alegría en cada acontecimiento, en cada suceso que vea. ¡Y donde no vea alegría, tendré dentro de mí tal impulso de alegría para llenar ese vacío!”.

Benditos corazones, no podéis convertir a otros al gozo, porque muchos, muchos disfrutan cuando se complacen en la tristeza, en la autolástima y en la autocompasión. Tantos están tan acostumbrados a la falta de alegría que permiten las quejas y la autoindulgencia, que no saben qué hacer con ellos mismos si la vida fuera perpetuamente alegre.

La alegría es una quietud interior.

Es una conciencia interior de bienestar.

Es un punto de contacto interno con todas las estrellas y los cuerpos causales.

La alegría es lo que os centra en las encrucijadas del gran antahkarana de la vida. Cuando tenéis alegría, estáis en sintonía con los grandes Budas y Bodhisattvas.

La alegría, pues, debe venir por la gratitud de las cosas pequeñas y grandes, una gratitud de cómo se presenta la vida ante vosotros en un determinado momento.

¿Es una gota de rocío resplandeciente?

¿Es la cara de un niño o una sonrisa?

¿Es algo preciado que no tiene precio, porque viene directamente del corazón?

Si queréis, haced una lista de todas aquellas cosas que os traen alegría y afirmadlas. Os dejaré a vuestras deliberaciones sobre cómo volveréis al punto de la alegría, pero sugeriré que la gratitud en acción es una manera maravillosa de percibir continuamente la llama de alegría de la vida.

Amados, momentos después de que aparentemente alguna tragedia os haya sobrevenido, [mediante la llama de la alegría] podéis verla desde otro ángulo y experimentar la alegría porque Dios os ha demostrado que esto es algo que debéis pasar.

La alegría, amados, no puede estar pensando demasiado en sí misma, porque la alegría es algo que damos. Y al dar, engendra más dentro de nosotros. La alegría es una llama que se opone a lo peor de todos, porque todo lo que no es real sobre vosotros, todo lo que es menor a la realidad Divina, se encoge en el punto de la alegría deslumbrante que guardáis en vuestra casa y en vuestro corazón.

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